lunes, 20 de septiembre de 2010

EL DISFRAZ DEL POETA

Hubo una vez un payaso de vocación, que toda su vida la dedicó a intentar hacer feliz a las personas, especialmente a los niños.
Con el paso del tiempo, los valores se iban perdiendo y cuando salía al escenario, solo recibía silencios, incomprensión, criticas y desprecios, pero a pesar de todo, él persistía e intentaba hacer sus parodias para complacer a todos los que le escuchaban.
Era polifacético. Tocaba su saxofón con delicadeza y dulzura, cantaba romances inventados, parodiaba con exquisitez y en ocasiones jugaba a ser poeta y recitaba sus versos con el corazón., pero no era suficiente. Se sentía desgraciado porque a pesar de su abnegación por hacer feliz a la gente, no se sentía satisfecho. Estaba perdiendo la ilusión y su validez estaba bajo mínimo
Aquella noche, sería su gran actuación.





EL PAYASO POETA

Por los senderos de sus silencios
caminando con miedo y prejuicios,
observa cómo  sus sentidos se derrumban
prisionero de sus condicionamientos

Cuando cae el sol y la luna asoma
en los atardeceres solitarios de sus posibilidades,
se disfraza de payaso para llenar de sonrisas
sus románticos versos de amor.

Frases perdidas abrazadas entre sí,
tras el silencio de su viejo saxofón
y con la mirada perdida en el infinito,
versa el payaso un poema.

Voz trémula sin conjugación.
Necesidad de sentimientos fallidos.
Fábrica de sonrisa caduca.
Lágrimas por una sonrisa forzada.

En medio de su dolor,
el fetiche se derrumba
ante la pasividad del público
y el aplauso negado.

Una lágrima resbala por sus mejillas
desluciendo  el maquillaje
y herido de muerte,
cae sobre el escenario.

Vítores, aplausos de reconocimiento
dedicados al payaso
por su poema versado
y su brillante actuación

Pero el payaso no está,
con el poeta ha marchado.
Juntos lloran y se ríen.
Su actuación ha terminado.

           Anbairo