jueves, 10 de diciembre de 2009

CARTAGENA CIUDAD DEPARTAMENTAL



Las hojas caducas de los árboles caen como lluvia azotadas por el fuerte viento y el cielo trata de ocultar su tono amarillo-rojizo cuando el último trino del pájaro se escucha como una melodía. Sacude sus pequeñas y suaves alas como haciendo estiramientos y agita su cabeza con movimientos acompasados, frotando su pico sobre una de las ramas del viejo azarollo o quizás zarahollo no sé, nunca supe el nombre verdadero de este precioso ejemplar, autóctono según algunos del lugar donde me encuentro. El pajarillo al sentirse observado inclina su cabeza, alza el vuelo y se pierde en la lejanía, quedando de nuevo absorto en mis recuerdos; con la mirada perdida, volviendo una vez más a los recuerdos que me hacen daño pero que forman parte de mi y que me axfisian. La brisa, ahora fría me hace reaccionar y me incorporo. El sol se ha perdido entre las montañas y de nuevo "Rocco" con su movimiento de rabo y un bostezo, me avisa para que nos metamos dentro de casa, donde nos espera la chimenea humeante y el confortable sillón, uno para mi fiel amigo y otro para mi.
Son las dos de la madrugada. El viento ruge con fuerza en el silencio de la noche y las cortinas de tiritas plastificadas golpean incesantes la puerta de la entrada de la vivienda, poniendo a "Rocco" en alerta.
La luz del interior de la casa está apagada, solo el destello de la pantalla del televisor y la lengua de fuego de forma irregular como siluetas de fantasmas que dentro de la chimenea bailan desenfrenadamente, ilumina mi entorno y en silencio observo el comportamiento del perro, que si, protesta pero sigue recostado en el sillón y ante esa actitud me tranquilizo. Un vaso de leche calentita para mi y un plato lleno de pienso para mi fiel amigo asi como una caricia sobre su lomo peludo y un movimiento continuo de su enorme rabo anuncian el final de la jornada. El perro, despues de engullir gran parte de su ración de pienso, dá un salto ocupando gran parte del sofá y a mi, me espera la cama que ahora que la ocupo solo, me parece exageradamente grande y fría.
Me cuesta conciliar el sueño, y mis pensamientos ahora se trasladan al pasado. Hace mucho tiempo que salí de mi Ciudad donde había pasado la mayor parte de mi vida, El recuerdo de mis amigos adolescentes, de mis profesores, de toda mi familia, se me agolpaban como lluvia caída del cielo. Cartagena, allí nos casamos mi chica y yo y allí nació uno de nuestros hijos.




SOÑABA QUE YO SOÑABA


Soñaba de madrugada
que estaba yo en Cartagena
y su gente me quería.
Soñaba que yo soñaba
y desperté al otro día
Soñaba con Cartagena
y de su tierra manaba
el manantial de la fé,
de la paz y del amor,
el manantial de la vida.
Soñaba que yo soñaba,
que despertar no quería.
Soñaba de madrugada,
y desperté al otro día.
Si despertar es vivir
sin amor, sin alegría,
perfiero no despertar
y dormir como aquel día
cuando soñé que soñaba
que estaba yo en Cartagena
y su gente me quería.
Soñar despierto no es sueño,
pero si sueño que duermo
no despierto al otro día.
Sueño con mi madrugada
y bebo del manantial,
el manantial de la vida.
Por eso dormir no quiero
tengo miedo a despertar.
Quiero estar en Cartagena
y beber del manantial
que de su tierra brotaba,
cuando soñé que soñaba.
 
                    Anbairo