HABLANDO
CON EL VIENTO
La
luna menguante marca su silueta
apenas
irreconocible
entre
el azulado cielo.
El
aire mueve las hojas
de
las encinas y pinos
que
observo a mi alrededor,
como
queriendo avisarme
de
lo que pasa en mi entorno.
¿Quién
eres?
-Pregunto al viento,
cuando
acaricia mi rostro
en
el banco de un jardín
donde
solitario me encuentro-
Miro
hacia un lado, hacia otro
y
extrañado, digo para mis adentros:
-Noto
tu presencia y sin embargo
las
hojas de los árboles
no
se inmutan cuando soplas junto a mí-
No
temas, puedes hablar conmigo,
-dice una voz susurrándome al
oído-
Nadie
está junto a nosotros.
He
visto que estabas solo
y me
he acercado un momento
para hacerte compañía.
Soy
la voz de tu inspiración
y
solo tú notas mi presencia.
No
temas, puedes hablar conmigo
sin
temor a ser juzgado.
¿Qué
tienes?
Noto
tristeza en tu rostro
¿Te
puedo ayudar en algo?
Es
cierto viento.
Me
siento triste, angustiado.
Soy
un poeta frustrado
que
ya no tiene ilusión.
¡Me
siento tan desgraciado¡
Cuando
el mar tranquilo bañaba mi entorno,
cuando el aire del amor acariciaba mi rostro
y
cuando el verbo manaba fluido,
se
agotaron las ideas.
Ayer,
alegrías y sueños
con
proyectos de futuro.
Hoy,
desesperanza y tristeza
con
abrazos de desilusión.
¡Viento
que soplas junto a mi rostro,
y
dices ser la voz de mi inspiración¡
Mi
mano tiembla,
mi
poesía enmudece.
Contigo
vivo feliz pero no es suficiente.
¿De
qué me sirves inspiración,
si
solo yo te conozco?
El viento se ha marchado
Y de nuevo quedo solo
absorto en mis pensamientos.
Suspiro, me relajo y vuelvo a la realidad.
Miro al cielo, doy gracias a Dios
y me marcho a casa confortado
junto a mis seres queridos.
Mis poemas y ellos,
son la razón de mi vida.