Mi vida gira alrededor del tiempo y mis
sentimientos, obedecen a los impulsos que día a día han marcado mi existencia.
A veces buenos, otras no tanto.
Este relato, es la recopilación de una vida llena de experiencias vividas por
una mujer que tuvo que dejar todo cuanto tenía por culpa de un maltratador
Soledad es el
personaje central y aunque el nombre no corresponde a nadie
en particular, los hechos y las experiencias vividas son relatos de una de las
muchas mujeres que han sufrido en silencio la vejación y el maltrato tanto
corporal como psicológico de sus
maltratadores.-----
NO TE TENGO MIEDO
El sonido de la cántara en la
pared del porche sobresaltó a la adormilada Soledad, que a la vez que bostezaba, se
rascaba con insistencia sus desordenados cabellos.
Hacía mucho frío en la vieja casona y apenas unos rescoldos en la chimenea y su viejo y fiel compañero “Canuto” era lo que le quedaba después de una larga y tormentosa andadura por la vida. Se frotó las manos para entrar en calor, levantó los brazos y volvió a bostezar al tiempo que cerraba con fuerza los ojos y hacía estiramientos con el cuello que se le había quedado agarrotado después de llevar no se cuanto tiempo sentada en la mecedora de anea que le había regalado su padre. Siempre la recordaba en aquel lugar, inamovible.
Probablemente había sido anteriormente del padre de su padre o Dios sabe de donde procedería aquella vieja pero aun servible mecedora. A ella no le importaba, le tenía un gran cariño y aunque el respaldo necesitaba una pequeña reparación, la ponía de vez en vez frente a la humeante chimenea y en ella se quedaba traspuesta, pasando gran parte de su tiempo recordando venturas y desventuras, amarguras y sinsabores acaecidos a lo largo de su corta pero agitada existencia.
En el techo junto a una gran grieta, una lámpara de bronce en forma de araña ocupada por dos enormes telarañas que en ella se habían formado a través del tiempo y colgando apenas dos sucias bombillas en forma de vela, hacían que el salón pareciera sombrío a la vez que poco acogedor.
Se sentía abatida, hastiada. Apenas salía porque tenía miedo.
Aparentaba algunos años más y su dejadez la había llegado al extremo de no importarle nada la vida.
Hacía mucho frío en la vieja casona y apenas unos rescoldos en la chimenea y su viejo y fiel compañero “Canuto” era lo que le quedaba después de una larga y tormentosa andadura por la vida. Se frotó las manos para entrar en calor, levantó los brazos y volvió a bostezar al tiempo que cerraba con fuerza los ojos y hacía estiramientos con el cuello que se le había quedado agarrotado después de llevar no se cuanto tiempo sentada en la mecedora de anea que le había regalado su padre. Siempre la recordaba en aquel lugar, inamovible.
Probablemente había sido anteriormente del padre de su padre o Dios sabe de donde procedería aquella vieja pero aun servible mecedora. A ella no le importaba, le tenía un gran cariño y aunque el respaldo necesitaba una pequeña reparación, la ponía de vez en vez frente a la humeante chimenea y en ella se quedaba traspuesta, pasando gran parte de su tiempo recordando venturas y desventuras, amarguras y sinsabores acaecidos a lo largo de su corta pero agitada existencia.
En el techo junto a una gran grieta, una lámpara de bronce en forma de araña ocupada por dos enormes telarañas que en ella se habían formado a través del tiempo y colgando apenas dos sucias bombillas en forma de vela, hacían que el salón pareciera sombrío a la vez que poco acogedor.
Se sentía abatida, hastiada. Apenas salía porque tenía miedo.
Aparentaba algunos años más y su dejadez la había llegado al extremo de no importarle nada la vida.
Blusa ceñida al cuerpo y
una diadema de flores
cogida al pelo,
acrecientan tu hermosura,
cuando caminas erguida,- Soledad.-
Porte y figura, sonrisa amable.
Buenas maneras y compostura,
algunas de las virtudes
de tus dieciocho años, -Soledad.-
Escucha. Cierra los ojos.
¿Oyes los golpes acompasados
que con ritmo de timbales
suenan dentro de tu pecho?
¿Qué mozalbete será el culpable?
Tu corazón ya no late.
Baila al compás
de una música
celeste
y tú te dejas llevar,
porque estás enamorada.
Han pasado algunos años
y aunque conservas tu encanto,
tu rostro se ve cansado.
Has dedicado tu vida
a fomentar tu
familia.
Luchadora incansable,
mujer madura.
Te has volcado en los demás
perdiendo mucho de ti,
perdiendo tu identidad.
Ama de casa solvente,
esposa
sacrificada.
Mujer honrada, decente,
madurez de treinta años,
ojos sin brillo,
cara deforme, rostro apaleado.
Espanto, miedo y ternura
es tu imagen, - Soledad.
Tu único delito:
El amor, el sacrificio,
fidelidad, comprensión.
Pero tu mayor desgracia,
haber escuchado aquél día
con solo dieciocho años
la llamada de tu puerta,
la puerta de tu corazón.,
de una mala persona
que no supo llegar a ti
y por envidia, o por celos,
Se hizo maltratador.