EL DOLOR DE LA TIERRA
Caminando yo
encontré
junto al cerro del
castillo,
despojado de sus ropas
un pequeño, le miré.
-Dudé primero un instante.
Cuando traté de alejarme,
una fuerza superior
me arrastró junto a aquel
niño
que suplicaba mi ayuda
y con carita de pena,
me miraba con cariño.
¡Por Dios hermano! —me
dijo.
Y la virgen del lugar
socorre a este pobre niño,
que no puede caminar.
¿Qué te ha pasado criatura?
—Pregunté al acercarme.
Viendo con
gran estupor
que de sus manos llagadas
y sus pies, brotaban
sangre.
¿Quién ha podido hacer
esto?
Es el dolor de la tierra,
de los hombres tus hermanos
los que hacen que yo sufra,
que se me claven espinas,
que se me llaguen las
manos.
Después de la aparición,
el cielo se entristeció.
Perdí de vista al chiquillo
y un haz de luz me guió
a la colina del monte,
donde en Vilches se venera
a la virgen del castillo.
La luz invadió
la ermita
y al pasar a su interior
mi corazón palpitó
al ver con gran emoción
en los brazos de la virgen
aquel desnudo chiquillo,
que caminando encontré,
junto al cerro del
castillo.
Anbairo